jueves, 10 de noviembre de 2011

Ensayo :Las alucinaciones y el pensamiento racional

Por: María Alejandra del Río.


Although we live in an age we call modern and scientific in a contradictory way, mankind still believes in magic recipes and extrasensorial solutions to explain different situations of daily life, putting aside all that rational knowledge of the humanity has been so proud.

A pesar de que vivimos en una época a la que llamamos moderna y científica, de manera contradictoria, la humanidad sigue creyendo en fórmulas mágicas y en soluciones extrasensoriales para explicar diferentes situaciones de la vida cotidiana, dejando de lado todo ese conocimiento racional del que se ha sentido tan orgullosa.


Este es un mundo en el que el funcionamiento del universo se entiende mejor que en ninguna otra época, la sociedad actual tiene mayores oportunidades de recibir una educación que está por encima de las de cualquier otra en la historia del mundo como lo conocemos; y sin embargo, todavía hay gran cantidad de gente culta que cree en cosas como la astrología o en que los extraterrestres, pequeñas personitas, provenientes de lejanos mundos, mundos avanzados, vendrán a la Tierra a secuestrar ganado o personas, o creen también que existen cristales que irradian energías mágicas y curativas o que pueden ejercerse influencias mágicas usando los electrodomésticos. Todas estas creencias las defienden sin tener alguna prueba que las apoye o con argumentaciones engañosas, y algunos creen que la ciencia no tiene nada que ver con el Ser humano y que por ello no debería intervenir en la vida y su desarrollo.

Esas creencias sin razón las analiza Carl Sagan en su libro “El mundo y sus demonios”, más específicamente en capítulo 6 llamado “Alucinaciones”. Permitiéndonos identificar qué es lo cierto y qué es lo falso o engañoso o hasta qué punto estamos tan necesitados de esta realidad ficticia e irracional, que nosotros mismos nos creemos las historias fantásticas que inventamos y las hacemos creer como verdaderas.

No se trata de atacar a quienes tienen esas creencias, que al fin y al cabo no son más que “Ilusiones” que se convierten en alucinaciones, las cuales reconoce como parte importante de la naturaleza humana, pero no por ello son reales. Por eso es que según lo que se plantea en este capítulo, negar a la ciencia puede ser peligroso, porque limita la comprensión que tenemos del mundo e impide tomar decisiones reales para arreglar problemas reales.

El autor hace dos preguntas bastante interesantes al final del capítulo, dice: “¿Por qué tanta gente declara hoy en día esa serie particular de alucinaciones? ¿Por qué seres pequeños y sombríos platillos volantes y experimentos sexuales?” Y es eso justamente lo que viene cuestionando todo el tiempo, ¿Qué sentido tiene “inventar” todo eso dentro de nuestras cabezas?, ¿Qué sentido tiene “creerse” aquello que jamás existió?; al citar los diferentes ejemplos de personas que dijeron ser “abducidas” por extraterrestres, demuestra lo maravilloso que es el funcionamiento del cerebro humano, pues es capaz de tomar pequeños pedazos de diferentes experiencias y crear toda una aventura de secuestro extraterrestre; pero lo más significativo es cómo demuestra que a través de la lógica y la racionalidad se pueden derribar todas esas historias acerca de seres de otros mundos que vienen a “supervisar” y dar consejos sobre cómo vivir mejor o incluso a amenazar la existencia de la humanidad en la Tierra.

Finalmente, si bien se debe reconocer que las alucinaciones son parte de la formación inicial del ser humano, de la sociedad, también hay que comprender que es una etapa que el hombre debe superar por el bien mismo la humanidad.